martes, 19 de octubre de 2010

La hazaña de viajar en tren

Desde hace décadas, el tren se ha posicionado como el transporte público más utilizado en el Conurbano Bonaerense, alrededor de un millón de personas por día pasan y conviven con las falencias del servicio público.


A medida que pasó el tiempo, los usuarios de la línea ferroviaria ex Sarmiento de la empresa Trenes de Buenos Aires (TBA), han soportado los malos tratos de una compañía que brinda un servicio con diversos problemas que se naturalizan en la sociedad al reiterarse diariamente.


Gabriel, usuario del Ex Sarmiento expresó las sensaciones que le causa viajar en tren: “es bastante molesto porque siempre tiene algún problema, la forma en la que se viaja, no puede estar continuamente pasando esta situación”.


De esta misma formas Carlos, otro consumidor del servicio, contó que “siempre viajas incomodo, no dispones de lugar, y no es lo mismo si vienen cada 10 minutos los trenes, o cada 15, deberían salir más seguidos para viajar cómodos“.


Entonces comienzan a aparecer claramente cuales son las deficiencias que hacen a una mala presentación del servicio. Los trenes en mal estado, demoras en los horarios, suciedad, aumento en las tarifas, inseguridad; algunas vez nos preguntamos ¿Por qué los usuarios debemos tolerar y soportar viajar en estas condiciones cuando el servicio lo brinda una empresa privada?, empresa que además de ser subsidiado por el Estado tiene sus propios ingresos.


El ferrocarril como medio de transporte público en Argentina, se vio acompañada de grandes progresos en sus comienzos, fue el producto de una iniciativa sumado a capitales netamente argentinos.


El 29 de agosto de 1857 nacía así el Ferrocarril Oeste de Buenos Aires, el primero en circular en la Argentina. Luego, este se transformaría en la Línea F. Sarmiento, la cual realiza actualmente el recorrido Once – Moreno.


La privatización del ferrocarril en el país no fue más que el resultado de una suma de hechos que se fueron dando a fines de los 80. La hiperinflación, el fuerte déficit fiscal, la caída de reservas y las perdidas que significaron para el Estado, determinaron que con las políticas neoliberales de los 90 se decidiera privatizar en forma masiva, distintas empresas de servicios públicos, como lo son el gas, la electricidad, el teléfono y el transporte.


Entonces resulta más claro el panorama cuando se analiza la situación de esta manera, replanteándonos si lo cotidiano es justo, cuestionando quienes son los responsables, quienes son los que deberían dar respuesta a una necesidad común de quienes día a día viajan en tren. Si bien TBA es una empresa privada, el Estado debería tomar parte en la situación, garantizando al ciudadano un servicio público acorde a las condiciones de vida que merecemos. Desde este sentido, desnaturalizar lo injusto es decidir y reformular nuestro estilo de vida.

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