En la actualidad el Cuarto Poder está controlado por las corporaciones mediáticas que, con la integración del negocio de la información con el de la comunicación y el entretenimiento, se ha transformado en un monstruo poderoso con fuerte incidencia en los gobiernos.
Por eso hay una identificación entre los medios masivos de comunicación y la globalización liberal. Se organizan bajo una misma lógica, la de mercado y una misma ideología, el pensamiento neoliberal. La traición a la ciudadanía no sólo la deja a ésta desamparada, sino que genera un desequilibrio perjudicial para la democracia: los medios de comunicación son actualmente el único poder sin contrapoder.
La necesidad de crear un Quinto Poder no implica saltear o abandonar la disputa en el seno de ese mismo Cuarto Poder. Es correcto que sea el Estado quién tenga que disputar ese espacio. Esto parecería proponer
Aún así, no se puede delegar completamente en el Estado esa responsabilidad. Es importante que, mientras el Ente Público disputa en ese terreno (lo que no significa no reconocernos como parte de él), se pueda generar este otro espacio que se denominaría Quinto Poder. Porque en definitiva es sano sospechar si será realmente beneficioso para todos el resultado de esa contienda.
La disputa, entonces, dentro del Quinto Poder se está dando en las prácticas periodísticas y comunicacionales que representan divergentes posturas ideológicas.
El sector privado nuevamente va a la carga con su lógica de mercado y su filosofía individualista posmoderna. Muchos de lo que se identifican con ese sector se sienten representados en lo que se denomina el Cluetrain Manifiesto (http://tremendo.com/cluetrain/). Esta suerte de manual de 95 definiciones pretende imponer de qué manera tienen que desempeñarse cientos y cientos de productores de noticias en la red, a través de los blogs y las redes sociales. La atomización de estas actividades es obviamente el nexo con la lógica de mercado.
El Gobierno por su parte, y entre otras iniciativas a través de la “Ley de medios”, intenta regular la actividad mediática garantizando un 33% del espectro radioeléctrico para las organizaciones sin fines de lucro.
Por otra parte, los profesionales de la comunicación plantean que es a través de una redefinición de la actividad periodística profesional cómo debería dársele sentido a este Quinto Poder. Es indispensable que la ética de la información sea redefinida. Esta actividad debe ser “defendida por una instancia imparcial, creíble, independiente y objetiva”, plantea Ignacio Ramonet, ex director de Le Monde Diplomatique (Francia) al impulsar el Observatorio Internacional de Medios de Comunicación, que tiene por objetivo fiscalizar a los grandes grupos mediáticos. Esta iniciativa reúne tres tipos de miembros, que disponen de idénticos derechos: 1) periodistas profesionales u ocasionales, de todos los medios de comunicación, centrales o alternativos; 2) universitarios e investigadores de todas las disciplinas, y particularmente especialistas en medios de comunicación y 3) usuarios de los medios de comunicación, ciudadanos comunes y personalidades reconocidas por su legitimidad moral.
Ramonet también plantea la necesidad del involucramiento de los universitarios por considerar a
También los periodistas de oficio impulsan en el seno de sus actividades la redefinición de su profesión, y ahí están en disputa diferentes conceptos de periodismo: militante, social, independiente, libre, etc.
Dentro de las organizaciones sociales hay también divergentes, pero no por eso opuestas, posturas ideológicas: las que inciden en las políticas públicas como
También están las que disputan con las grandes corporaciones y con el Estado (sin desconocerlo) pero haciendo la diferencia entre Estado y gobierno. Son aquellas que impulsan cambios profundos y estructurales.
Este es el escenario del Quinto Poder. Una gran oportunidad para recuperar los espacios que perdió el periodismo genuino y la comunicación popular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario