domingo, 29 de mayo de 2011

La TV que nos mira

Hay en el aire programas “periodísticos” que dicen involucrarse con “la calle”, pero no hacen más que profundizar la estigmatización sobre las clases populares y en particular con los jóvenes del conurbano. Sólo se muestran los conflictos, haciendo de este recorte arbitrario el eje central de sus coberturas, mostrando sólo lo superficial.

Estos programas, entre los que se puede encontrar Calles Salvajes, Policías en Acción, GPS, Documentos América, Vidas paralelas, La Liga y Cárceles (algunos de ellos con apariciones intermitentes), se instalaron como género televisivo e imponen una construcción de lo real que genera polémica.

El programa de televisión Calles Salvajes se presenta así: “Las calles son violentas, calientes, imposibles de transitar. Son calles salvajes”.

Más allá del recurso discursivo del miedo, utilizado por el cine de suspenso y terror, y que coinciden con las políticas neoliberales más represivas, hay un imperativo que designa una verdad: las calles son así: una verdad que se impone.

El recorrido de su conductor estrella, Martín Ciccioli y sus cámaras en mano que lo acompañan como si fuéramos nosotros los que seguimos sus pasos por las calles salvajes, es una muestra compleja de lo que la televisión puede hacer con lo que se ve y la experiencia de la “intemperie”. Entonces nos encontramos allí, en un escenario siempre hostil, hiperreal, en el borde de lo social. Allí pareciera que va a buscar las historias. Pero eso ya es una interpretación excesiva porque la experiencia es sólo televisiva y no incentiva un análisis ni de tiempo ni de espacio (contexto). Por lo tanto no es una experiencia política, es una experiencia “reality”.

Por otro lado (y aparentemente desde el otro lado) está el programa Policías en Acción. En este programa ni siquiera se necesita conductor, porque la cámara sólo sigue a los efectivos del orden, personal que evidentemente tuvieron que pasar por un casting de riguroso control porque hasta el momento no se ha visto nunca un programa en donde los efectivos participaran de la venta de drogas, autopartes, armas, etc. etc. como muchas veces nos enteramos.


Pero Policías en Acción es apenas un poco más coherente como producto televisivo. La mirada de un policía no tiene por qué ser profunda ni contextual. Solo está para actuar y esa es su función. Sí da para preguntarnos por qué un programa de televisión está montado sobre esa mirada. Un abordaje posible a esa reflexión puede hacerse desde ciertos códigos del fotoperiodismo y éste tiene que ver justamente con el “punto de vista”. Para Aristóteles la verdad está siempre condicionada por la interpretación subjetiva de las ideas del observador del hecho, quien tienen un punto de vista, siempre es un punto de vista visual y moral. Podemos afirmar que tal interpretación da lugar a la representación, y la representación (la imagen) es una “ficción operativa”, un “pacto discursivo” socialmente condicionado. A esto nos asalta una pregunta: ¿quién le dio el poder a la televisión para representarnos?

Aún cuando transitamos una época en donde se empieza a cuestionar ese poder de representación, los medios de comunicación se deslizan por un verosímil instalado, un sentido común que es construido por un sistema de valores, del que son parte, que nos lleva al extrañamiento del otro, a la desconfianza del semejante.

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