domingo, 18 de diciembre de 2011

Detrás de la crisis

El trueque, las asambleas barriales y los comedores comunitarios que se organizaron a partir del 2002 ocuparon un lugar clave en la sociedad durante los años posteriores.

La crisis social, económica y política que se dio en Argentina hace 10 años, que significó la caída del Gobierno de Fernando De La Rúa, tuvo sus consecuencias poscrisis donde se vieron afectados y encarecidos los derechos básicos como son la alimentación, la educación, el trabajo.

Las secuelas más claras fueron la falta de dinero y la ausencia del Estado. Frente a esto la sociedad fue encontrando diferentes formas de organización para satisfacer estas necesidades. Así surgieron diferentes experiencias organizadas en el interior de los barrios del Conurbano Bonaerense.

Principalmente, se innovó con una economía popular implementada para poder subsistir a la crisis. Apareció el trueque en todos los clubes y sociedades de fomento de los barrios de Moreno. Esta metodología tenía su moneda propia, el crédito. Este sistema facilitó el intercambio de productos, como alimentos, ropa, cosas usadas y también servicios como plomería o albañilería.

Tal como describe Susana Hintze en la investigación “Trueque y economía solidaria”, “la filosofía del trueque se basa en la `reinventación del mercado´, que funciona de manera paralela a la economía normal no persiguiendo, sin embargo, los valores de ella. No se caracteriza por el lucro y la especulación sino quiere establecer un modelo económico más humano a través de los principios de solidaridad, confianza y reciprocidad”.

Así el trueque desprendió una lógica diferente donde precisaba de la organización de los vecinos. De esta manera se empiezan a generar también asambleas barriales con el fin de discutirse objetivos concretos para la comunidad y formas de acción para encontrar respuesta a las necesidades.

Esto no fue casual, sino parte del contexto en que la crisis rompió con las instituciones dependientes del Estado y dio lugar al surgimiento de otras maneras informales. La crisis modificó la económica, la política, la cultura y a la misma sociedad, que creó nuevos vínculos sociales que años posteriores se ven reflejados en organizaciones sociales y culturales, que hoy tienen una clara incidencia social.

Experiencia comunitaria

La organización y la solidaridad barrial fueron la base. Las asambleas y la participación resultaron imprescindibles para que una experiencia barrial fuera posible.

La Chispa entrevistó a Ariel Tapia, uno de los promotores para la creación del Comedor Comunitario Las Cañitas, del barrio Santa Brígida, que es uno de los barrios más humildes, uno de los lugares en donde más se acentuó y sintió la crisis. Claramente, esto repercutía en los chicos, donde la falta de alimentación era la principal necesidad. El barrio era un asentamiento de 20 manzanas que tuvo dos intentos de desalojos, esta resistencia hizo que los vecinos se juntaran, para que al momento de enfrentar la crisis el cambio en el barrio fuera posible.

Su experiencia da cuenta de las formas de subsistencia que se fueron encontrando, “después de los saqueos y la crisis empezamos con un grupo de amigos a organizarnos con ganas de hacer algo, fuimos casa por casa para pedir que colaboren con mercadería o con lo que fuere, los que consiguieron las primeras mercaderías eran escuelas, después algunos locales comerciales del barrio y así empezamos con copa de leche un día, sumamos clases de apoyo, se iban sumando los vecinos”.

Como en todos los barrios el trueque era el sistema elegido para el intercambio, incluso fue lo que permitió sostener el comedor, tal como contó Tapia, se realizaban trabajos en el barrio, como cavar una zanja a cambio de comida. Al ser un comedor comunitario y popular las formas de organización para sostenerlo se iban experimentando, “en principio recorríamos las instituciones, después almacenes y panaderías del barrio, pero eso tenía un límite porque cada vez nos quedaba más chico nuestro comedor, llegamos a tener 170 chicos y no daba abasto con la ayuda de los vecinos. Entonces, con las madres y los padres de los chicos empezamos a hacer rosquitas, empanadas, panes rellenos para vender, y con eso hicimos plata como para comprar recursos, pero siempre insistiendo con el municipio que les correspondía hacer eso, nunca tuvimos respuesta”.

Esta organización barrial se extendió y el vínculo se expandió entre barrios y experiencias similares, “empezamos a trabajar en conjunto con otros comedores y la metodología que nos quedaba era cortar la calle y entrar en instancia de negociación, así conseguimos algunas cosas”, describió Ariel.

El comedor comunitario se sostuvo hasta 2005, la experiencia fue movilizante y referente para experiencias posteriores. El comedor tuvo una función sumamente importante “las propuestas que salen de los vecinos hacen que uno vea que se puede en tanto se organice, todo se decidía en asamblea, ejercíamos democracia directa en la toma de decisiones, decíamos cuales eran las necesidades y como las resolvíamos, y a la hora de poner el cuerpo estábamos todos”.

Tanto estas como otras experiencias similares generaron espacios de participación vecinal y tareas colectivas que promovieron cambios en el barrio, enfrentándose a la crisis desde la realidad más dura y concreta.

1 comentario:

Fernando dijo...

Estos son ejemplos de que la gente tiene mucha capacidad de organización, y más en momentos que son claves. De todas formas, es una lástima que sólo surjan cuando las papas queman, creo que la participación ciudadana es fundamental para el funcionamiento de la sociedad. No creo en quienes dicen que es el Estado quienes deberían garantizar estas cosas, porque el Estado sólo escucha a quienes hacen más ruido. El Estado debería ser una herramienta más del pueblo organizado.